LOS TRES SOLES
Los tres soles
Para los sabios antiguos la esfera solar, como la naturaleza humana, se dividía en tres cuerpos distintos. Según los místicos en cada sistema solar hay tres soles, que son análogos a los tres centros de la vida que aparecen en la constitución de cada individuo.
Los llaman «las tres luces»: el sol espiritual, el sol intelectual o sol del alma y el sol material (que actualmente se simboliza en la masonería mediante tres velas).
El sol espiritual manifiesta el poder de Dios Padre; el sol intelectual o del alma irradia la vida de Dios Hijo, y el sol material es el vehículo por el cual se manifiesta el Dios Espíritu Santo. Los místicos dividían la naturaleza del hombre en tres partes distintas: espíritu, alma y cuerpo. Su cuerpo físico se manifestaba y se vitalizaba gracias al sol material; su naturaleza espiritual era iluminada por el sol espiritual, y su naturaleza intelectual era redimida por la verdadera luz de la gracia: el sol del alma. La alineación de estos tres globos en el cielo era una de las explicaciones que se ofrecían para el hecho peculiar de que las órbitas de los planetas no fueran circulares sino elípticas.
La siguiente descripción de este fenómeno aparece en una carta escrita por Jeremiah Shakerley en Lancashire, el 4 de marzo de 1648: «… El pasado lunes 28 de febrero, con el Sol salieron dos Parelii, uno a cada lado; a una distancia de aproximadamente diez grados; continuaron inmóviles a la misma distancia del cénit, o altura que el Sol sobre el Horizonte; y de las partes opuestas al Sol, parecían salir algunos rayos brillantes, que no eran diferentes a aquellos que el Sol envió de la parte de atrás de una nube, sino que eran más brillantes.
Las partes de estos Parelii que estaban hacia el Sol, eran de colores mixtos, dominando el verde y el rojo; Había un tenue arcoiris un poco Había un tenue arcoiris un poco por encima de ellos; éste apenas se podía discernir, y era de un color brillante, con la parte cóncava hacia el Sol, y los extremos parecían tocar los Parelii. Sobre eso, en un aire diáfano y claro, apareció otro arcoiris llamativo, embellecido con diversos colores; era lo más próximo que pude discernir al cénit; parecía una curva de unión menor que el otro, estaban opuestos y a una distancia considerable entre ambos. Al anochecer y con la luna llena, desaparecieron, dejando terror y asombro en aquellos que lo vieron». (Véase William Lilly).
Para los sacerdotes paganos, el sistema solar siempre fue un Gran Hombre y basaban su analogía en estos tres centros de actividad procedentes de los tres centros principales de la vida que hay en el cuerpo humano: el cerebro, el corazón y el aparato reproductor.
La Transfiguración de Jesús describe tres tabernáculos, de los cuales el mayor está en el centro (el corazón) y los dos pequeños a ambos lados (el cerebro y el aparato reproductor).
Es posible que la hipótesis filosófica de la existencia de los tres soles se base en un fenómeno natural peculiar que se ha producido muchas veces a lo largo de la historia. En el año 51 después de Cristo se vieron tres soles en el cielo al mismo tiempo y lo mismo ocurrió en el año 66. En el año 69 se vieron dos soles juntos. Según William Lilly, entre los años 1156 y 1648 se registraron veinte casos similares Los herméticos, que reconocían al sol como máximo benefactor del mundo material, creían en la existencia de un sol espiritual que se ocupaba de las necesidades de la parte invisible y divina de la Naturaleza, tanto humana como universal.
Con respecto a este tema escribió el gran Paracelso: «Hay un sol terrenal, que es la causa de todo el calor, y todos los que son capaces de ver pueden ver el sol y los que son ciegos y no pueden verlo sienten su calor. Hay un sol eterno, que es la fuente de toda la sabiduría y los que tienen los sentidos espirituales despiertos a la vida verán este sol y serán conscientes de su existencia, pero aquellos que no han alcanzado la conciencia espiritual también pueden percibir su poder mediante una facultad interna, llamada intuición».
Algunos rosacruces eruditos han dado denominaciones especiales a estas tres fases del sol: llaman Vulcano al sol espiritual; al sol del alma y al intelectual los llaman Cristo y Lucifer, respectivamente, y al sol material, Jehová, como el demiurgo judío. En este caso, Lucifer representa la mente intelectual sin la iluminación de la mente espiritual; por consiguiente, es «la luz falsa». Al final, la luz falsa es vencida y redimida por la verdadera luz del alma, llamada «Segundo Logos» o «Cristo». Los procesos secretos mediante los cuales el intelecto de Lucifer se transmuta en el intelecto de Cristo constituyen uno de los grandes secretos de la alquimia y se representan mediante el proceso de convertir metales de baja ley en oro.
En el singular tratado The Secret Symbols of The Rusicrucians, Franz Hartmann define alquímicamente al sol como «El símbolo de la Sabiduría. El Centro del poder o el Corazón de las cosas. El Sol es un centro de energía y un depósito de poder. Cada ser vivo contiene en sí mismo un centro de vida, que puede crecer hasta convertirse en un Sol. En el corazón de los renovados, el poder divino, estimulado por la Luz del Logos, crece hasta convertirse en un Sol que ilumina su mente».
En una nota, el mismo autor amplía su descripción y añade lo siguiente: «El sol terrestre es la imagen o el reflejo del sol celeste invisible; aquel se encuentra en el terreno del espíritu y este, en el de la materia, pero este recibe su poder de aquel». En la mayoría de los casos, las religiones de la Antigüedad coinciden en que el sol material y visible era un reflector, más que el origen del poder.
A veces se lo representaba como un escudo que la divinidad solar —por ejemplo Frey, la divinidad solar escandinava— llevaba en el brazo. Aquel sol reflejaba la luz del sol espiritual invisible, que era la verdadera fuente de vida, luz y verdad. La naturaleza física del universo es receptiva: es un reino de efectos Las causas invisibles de estos efectos corresponden al mundo espiritual.
Por consiguiente, el mundo espiritual es la esfera de la causalidad; el mundo material es la esfera de los efectos, mientras que el mundo intelectual o del alma es la esfera de la mediación. Por eso, a Cristo, la personificación de la naturaleza intelectual superior y el alma, lo llaman «el Mediador», que, en virtud de Su puesto y Su poder, dice: «Nadie llega hasta mi Padre, si no es a través de mí». Lo que es el sol para el sistema solar lo es el espíritu para el cuerpo del hombre, porque su naturaleza, sus órganos y sus funciones son como planetas alrededor de la vida central (o el sol) y viven de sus emanaciones.
El poder solar en el hombre está dividido en tres partes que se denominan el triple espíritu humano del hombre. Dicen que estas tres naturalezas espirituales son radiantes y trascendentes y, unidas, forman lo divino en el hombre. La triple naturaleza inferior del hombre, compuesta por su organismo físico, su naturaleza emocional y sus facultades mentales, refleja la luz de aquella divinidad triple y la manifiesta en el mundo físico. Los tres cuerpos del hombre se simbolizan mediante un triángulo vertical y su triple naturaleza espiritual, mediante un triángulo invertido.
A estos dos triángulos, unidos para formar una estrella de seis puntas, los judíos los llamaban «la estrella de David», «el sello de Salomón», y en la actualidad se conocen habitualmente como «la estrella de Sión». Estos triángulos simbolizan el universo espiritual y el material unidos para constituir la criatura humana, que es partícipe tanto de la naturaleza como de la divinidad. La naturaleza animal del hombre es partícipe de la tierra; la divina, de los cielos, y la humana, del mediador.
Manly Palmer Hall
*Imagen: LOS TRES SOLES William Lilly: An Astrological Prediction of the Occurrences in England, 1648
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